'El corazón y la mente son la verdadera lente de la cámara'. Yousuf Karsh
Es bellísimo ver cómo evoluciona la vida, como si fuéramos olas con sus idas y venidas, evolucionando a ritmo de mareas.
A través de esta profesión, como fotógrafa de familias, he podido ser testigo de cómo han crecido muchas de las familias que retraté el día de la boda; bebés que nacen para comerse el mundo, hermanitos que aparecen para hacer compañía a los que ya estaban, mascotas que amplían aún más el núcleo familiar… El tiempo nunca cesa de avanzar, segundo a segundo, minuto a minuto, día tras día, pero al final siempre estamos aquí y ahora. En el momento presente en el que somos. No en el que fuimos o en el que seremos, simplemente en el que somos. Y es exactamente ahí donde me gusta estar y retratar a las personas que están delante de mí. Así, cuando seamos otros en ese futuro que de momento no existe, podremos ver cómo éramos entonces y en qué momento de nuestra existencia estábamos. Podremos ver de nuevo nuestra juventud y la de nuestros seres queridos gracias a las fotos de familia originales que decidimos hacer en el pasado.
Para mí el verdadero poder de la fotografía reside en la capacidad de revivir toda una historia sólo con una imagen. Con una sola podemos ser capaces de volver a sentir toda una mezcla de emociones y sensaciones que nos hacen volver a «estar» en aquel momento del pasado en el que esos otros que éramos nos miran y nos hablan.
Con la fotografía de familias y de parejas esto cobra una fuerza inmensa. A través de ella me percato de lo rápido que pasa la vida, y de la belleza de cada instante, sea el que sea. Por eso es importante guardar nuestros mejores recuerdos. Ser capaces de inmortalizar y conservar las fotos de familia, pero no solo eso, si no de hacerlo de forma divertida y original.